sábado, 27 de noviembre de 2010

Y rememorando el camino,
desde juramento hasta saavedra
abajo de un sol de color gris y dormido,
y entre cuadras y veredas vacías de gente.

Con cada cuadra adivinando
por donde habías puesto los pies,
y pensando que la única diferencia ahora
es que hacía frio mientras pasaba por ahí.

Y lo único que me acuerdo
es que teníamos que cerrar las persianas para evitar
que el sol nos pegara a los ojos,
mientras caminabamos por la vereda,
desde juramento a saavedra.

Pero ahora el colectivo frío y empañado,
y el cielo celeste con estrellas,
y los vagabundos corriendo a sus esquinas,
y perderse en la vuelta
despues de caminar una cuadra parecida a mil otras juntas.

Y acostarse en una cama que no es propia
y escuchar un aliento que no es tuyo,
y acurrucarme en un frío que no es de la época
y vomitar las tripas a causa del calor
y quedarme dormido recordando tus besos,
o el calor que me daban cuando eran verdades,
mientras el colectivo sigue por saavedra
y enfila para juramento.
Teníamos el pelo lleno de arena,
la nariz llena de mocos
y la cabeza llena de sueños.

Y entre lagrimas parloteabamos
como un cuervo, o un mono
mientras buscábamos darle alguna explicación
al buitre viejo y roñoso que nos retaba.

La directora nos miraba y sostenía el cuchillo
manchado de rojo, mientras preguntaba por tercera vez
"Quien fue", y después de un silencio
me acuerdo que alguien parado en el mismo lugar que yo,
dijo que habia sido el.
Mientras me subía al techo por una escalera
de madera hecha jirones,
mi nuca contemplaba unas estrellas
que se veían borrosas y parpadeantes
como las luces de navidad.
Y la luna estaba rodeada de humedad
y de luces de las calles que le sacaban
el aire a la noche, chupando el silencio
en ladridos de perros sordos
y en bocinas intermitentes de autos viejos,
de falcon grices
y
de chevis negros.
El carnaval tocaba su musica lenta y tenebrosa,
e iba llenando las calles de luces y de ruidos,
mientras los denominados fenomenos prendían sus cigarrillos
y se tomaban un descanso para ser normales.
Y la gente compraba sus boletos
y entraba a ver los telones vacíos,
los tigres o leones sin melena, flacos y hambrientos.
y yo me sentaba a ver como corría el tiempo,
mientras el maestro de ceremonia jugaba con ese bigote de color negro y de puntas filosas,
y se acomodaba un sombrero manchado de humedad, tierra, lluvia y rojo.
Levantando los brazos para dar comienzo a lo que parecía el principio del fin.

Y los payasos corrían por los caminos más transitados de ese pueblito moribundo,
mientras tocaban sus violas y tambores al ritmo de una murga que todavía me recuerdan
a los fuegos más vivos de las hogueras.
y caminan y saltan y gritan camino a la ciudad,
a buscarnos a todos para empezar el festín.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Augusto

Augusto era un pibe bizarro,
flacucho, alto y con cara de pendejo.
Y ojos celestes y pelo colorado,
y manos ridiculamente chicas.

Manos que invitaban
a las indirectas criollas de la adolescencia,
y a las burlas por su forma de ser.

Hablaba arrastrando las haches,
usando palabras como vianda, habitación
o mamá.

Y era al que jodían siempre,
porque no era bueno ni para el colegio,
ni para las mujeres,
ni para los deportes o etceteras.

Pobre Augusto, un pibe de dieciseís
que se peleó con la vieja y se quiso escapar
hasta pilar desde cuba en bicicleta.

Después de ese grito,
y ese pelo colorado subiendose a la bicicleta,
no supe nunca nada más de el.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Era un salón grande, enorme
con paredes blancas y luces de colores,
y la gente amontonada
como comedero de chanchos.

grasas y olores de todos lados
y la gente en sus mundos,
en sus frituras de variada marca
y en sus conversaciones.

el murmullo de miles de topicos distintos
y de las papas fritas cayendo al piso

martes, 16 de noviembre de 2010

El minutero sobre la mesa
y las pilas guardadas en el segundo cajon,
entre los manteles oxidados y las garras de cuervo
los numeros pegados dentro de la heladera
con imanes, como hace tiempo
y los rulemanes atras de la silla
y abajo de la cama.
un rompecabezas en el lugar

martes, 9 de noviembre de 2010

Ya entrada la noche,
comenzo a acontecer
los acontecimientos del día.

Chupando el humo
del cigarrillo
como si se tratara del veneno
de una Cobra Real en su brazo

Otro humo de cigarrillo que entra,
otra frase que sale al aire denso.
Otra mirada en desapruebo,
otra persona que dice
"te equivocaste juan cruz"
Allá lejos
entre medanos
de pasto
y agua de rio
pintamos
una frase
que no duraria
ni quince minutos
con vos
o conmigo
o con nadie
que tuviera
el cerebro
tan seco
como el dia
de ayer.

El Jardín

Abajo del sol, a las 4 de la tarde.
En el jardín, entre el tobogan de madera
y los perros exhaustos
miraban como el pasto crecia.

Y crecia y crecía,
y la calesita giraba hasta que
no di más.

Y me dijiste que si eso era todo,
si estaba listo para ir de vuelta.
Y yo, vergonzoso, infantil, soberbio
me subi de vuelta.

Ahí entre el tobogan de madera
la calesita que gira y
los perros jadeantes,
el pasto no crece.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Las manos chivadas
en alto, contra el viento
y el calor de mi respiración
evitando romper un sillón,
de cuero viejo y mojado.

martes, 2 de noviembre de 2010

empatía

Un vagabundo estornuda
en el pasillo de un bondi,
una cocainómana se pinta
y despinta y pinta la cara en
el fondo de otro.
Un adolescente vomita en la vereda
a la salida de un bar-boliche,
mientras un torpe tropieza
con una raíz y dos pioneros divagan
con los sonidos de la noche,
con los sonidos de la ciudad jungla
y hay otros dos.

Tengo asco por el olor del indio,
tengo miedo por los movimientos de la otra,
tengo pena por la verguenza
regurgitante del borracho amateur,
tengo ganas de reírme en la cara del inútil insensato,
tengo admiración por la habilidad de aquellos
dos vaqueros e ira por el ultimo par.

Siento envidia, quisiera ser cualquiera de ellos,
menos el que soy.
Era un loco, decía mi madre.
Esa inteligencia o falta de ella
lo llevó a cualquier lado.
Pero malo, agregó de vuelta.
Predijo el fin del mundo el dia que
sus pulgares, nuestros pulgares,
dejaran de hacernos caso.
Hermano, si nos vieras ahora,
reirías un rato para después
llorar.