lunes, 23 de abril de 2012

El río
sube
a la par
de
nuestras manos,

nuestras sonrisas
 no confiaban
en la gravedad
de esa noche,

cuadros, pinturas,
un par de fotos,
tus ojos en cada pared.
Atrapados como moscas
encerrados en el cuarto blanco,
miramos por la ventana
mientras le gritás al mundo exterior
que se encienda.

Las hormigas, recorriendo
mis piernas, se encargan de que
la sangre llegue a los lugares justos
y que la ventana que mira al campo
no se cierre a los ojos

desperezándose, las manos alcanzan el techo,
las lagrimas alcanzan el balde,
las hormigas llegan al hueco por
el que se escapaban
las ideas de fines de semana.

A veces, los sueños prohíben
que los finales sucedan,
así como también las hormigas
pueden guardarlos abajo del zócalo
para que ni los dedos más finos
puedan alcanzarlos.

viernes, 20 de abril de 2012

En el vagón
puedo ver un primo lejano de Tito
escondiendose entre las páginas
de un libro de hojas negras
mientras el olor a caldo y verduras
de las ochoyonce de la noche
invade los pulmones de los hambrientos
tristes viajantes trabados entre las puertas.

La luna sale,
el tipo de caracter rudo
que viaja frente a la puerta salta,
se deja llevar por el olfato,
vuela hacia las casas de construcciones pobres
en busca de un poco de pan y caldo
para calmar su alma en pena de hambre.

Infinitas noches contadas desde el mismo puente
solo dejan ver las realidades más posibles,
pero al fin y al cabo,
ajenas al mundo que se esconde entre tus brazos.

viernes, 13 de abril de 2012

Odas al cielo y la lluvia de los tristes inmigrantes

Las siluetas se mezclan
con el olor a flores
y las risas borrachas
de los callejones infinitamente largos
del pueblo.

Los saltos, los gritos,
todo eso que ves
en los martes de carnaval
te calienta la sangre,
te hace querer moverte,
salir, correr, posiblemente gritarle
a las estrellas que bajen a arreglar
los problemas
que asedian al mundo moderno.

En tu cabeza,
ves un pueblo vacío de gente
pero sin espacio para vos.
Preferís cantarle tus odas a la lluvia
y usarla como un escudo
para no salir de tu casa,
cuando solo es agua
-limpia pecados no religiosos alfinyalcabo-
y nubes grises.

Los faunos del bosque (si es que de verdad existen en el mundo de verdad)
se ríen de todo lo que vos crees
una desgracia cuando en realidad,
solo están riéndose de esas personas ciegas,
que mantienen
las caretas puestas
aunque
el circo y las flores
se fueron
hace
mucho
tiempo.

Vos y tu pequeñísima máscara,
con la cual antes pretendiste
buscar un pretendiente,
ahora solo la usás
para no ver el sol
que sale entre la niebla
de los domingos invernales
que se acercan,

y te quejás de estar sola,
y aunque muchas veces
eso era lo único que querías,
hoy no lo querés tener.

miércoles, 11 de abril de 2012

H.oy S.omos

Al fin y al cabo, solo llegamos a realizaciones medio estúpidas, que se relacionan mucho con la forma de ver las cosas y los recuerdos en las granjas, puedo decirte ahora mismo que el amor a edades tempranas, como fruto, resulta generalmente altivo y amargo, como toda fruta a destiempo.

Las lagrimas que te pueden llegar a cubrir la vista hoy en día preferís guardarlas para cuando solo te vean las paredes de tu cuarto, infames e irreducibles, de carácter fuertemente blanco y nada,
tentativamente irreal, como vos fuiste.

domingo, 1 de abril de 2012

Vos, maldito mono evolucionado, crecido, sentado en frente a una pantalla gritando y queriendo romper la realidad que te separa a esas conversaciones on-line, porque la furia de saber que no podés gritarle a una pantalla te hace estremecer hasta los huesos, maldito mono hueco. Gritarle a la nada es de locos, no te dijeron? Estás perdido entre las olas siniestras del pelo de las mujeres, estás respirando constantemente sus aromas y después pretendés no querér vivir sin ellos, como si fueran perfumes demasiados exquisitos para tu pobre paladar.

Sos un mono, al fin y al cabo, hueco, alto, triste silencioso pelado y civilizado, pero sos un mono, y romper las pantallas no parece tan malo como el querer romper la cabeza del que pueda estar al otro lado. Pero ahí te ves, reflejado al monitor, escribiendo cosas en papeles y hojas que en realidad no existen, ilusionando dejar marcas que el cuero de la gente moderna sabe resistir, presionas y tecleás y escribis palabras huecas que nunca decís, pero que al fin y al cabo hablan por todos.

Al fin y al cabo,
somos todos monos.