viernes, 20 de abril de 2012

En el vagón
puedo ver un primo lejano de Tito
escondiendose entre las páginas
de un libro de hojas negras
mientras el olor a caldo y verduras
de las ochoyonce de la noche
invade los pulmones de los hambrientos
tristes viajantes trabados entre las puertas.

La luna sale,
el tipo de caracter rudo
que viaja frente a la puerta salta,
se deja llevar por el olfato,
vuela hacia las casas de construcciones pobres
en busca de un poco de pan y caldo
para calmar su alma en pena de hambre.

Infinitas noches contadas desde el mismo puente
solo dejan ver las realidades más posibles,
pero al fin y al cabo,
ajenas al mundo que se esconde entre tus brazos.

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