Seguramente el lugar a donde van a parar no solo los
cigarrillos ya quemados, sino también las pequeñas
bizarrías que el fuego, la charla y el humo conllevan.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Las manos chivadas en alto, contra el viento y el calor de mi respiración evitando romper un sillón, de cuero viejo y mojado.
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