viernes, 29 de octubre de 2010

Frío en los codos y
lluvia en las rodillas.
Rechazar comida
destinada a los pobres
en este cuarto.

Un cuarto con ojos
llenos de asco,
probablemente debido
a este olor a resaca que no se va,
que no se va.

El ruido de una trompada
no merecida y los sueños
guardados en una lata,
justo al lado de las arvejas podridas
y la fe de un pueblo,
hambriento. Hambriento.

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