viernes, 15 de octubre de 2010

Despacio en silencio, corre mi mano por tu cintura. Corren mis labios por tu cuello y presiona mi pecho contra tu espalda. La humedad de tu aliento contra el aire frío, y el frío de tu espalda recorriendo tu cuerpo, temblando, mientras el calor del mio corre a la par de tu piel.

Baja mi mano, rodeando tus muslos. Sube mi boca, en busca de esa fuente de calor que son tus labios. Despacio, con cuidado, los beso. Sentir tu cuerpo estremecerse al tocar tu nuca, al agarrar tu cuello y con sumo cuidado, presionarlo. El temblor que te sube por la espalda, alcanza tu lengua, la cual busca a ciegas del cuarto, mientras mis manos se apoyan en tu cama.

De arriba, mis labios descienden a tu frente, a tu costado de la cara, a tus mejillas rosadas, a esos labios curiosos. Tu respirar se acelera, tu tacto se agudiza, tus ojos que me llaman, al centro de tu cama, y que tus manos aprietan contra las sabanas, como alivio a ese placer. El primer beso se esfuma, el segundo se pierde entre las vueltas, el tercero no termina. Hacerte oír las más dulces palabras, tocar tus puntos más debiles.

Ya seguro, te doy vuelta, despacio, y con mucho cuidado te siento encima mio, jugando con tu pelo, acariciando de suave forma tu cintura, subiendo junto a tu remera, hasta tu pecho. Frío en el cuarto, frío en tu cuerpo, y dos manos y una boca acariciando tu todo, calentando con simples caricias tu figura en horas de la madrugada.

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