miércoles, 1 de septiembre de 2010

“Desde entonces hasta hoy, la muerte ha ido avanzando tenaz y lentamente por los cimientos y las vigas interiores de la casa. Sin vértigo, sin prisa. Sin compasión ninguna. En sólo cuatro años, la hiedra y la carcoma han destruido el trabajo de toda una familia y de todo un siglo”. Así dice el último habitante de un pueblo del pirineo oscense en la novela “La Lluvia Amarilla”, escrita en 1988 por Julio Llamazares.

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