viernes, 20 de septiembre de 2019

Tomo Prima (0) ¦ Cap. 3a

"Piedras en el Camino / Adoquines"

Mente voladora. Libre. Esclavo de un modelo pero constantemente visitando estrellas en otros sistemas.

Una noche tras otra, me encontré viendo adoquines en una calle pensando en que si me tocara ser una hormiga, cuantos siglos tardaría en llegar hasta el adoquin de ahí, o el de allá. Caminando como hormiga, llegar llego seguro. Pensando como me dijeron que lo haga, seguro tarde más. Porque tenés que "tener todos los adoquines vistos" o "Ese es el adoquin de tu vida".

Pero el de allá, también quizás lo es. Y si sigo pensando que cada adoquin es demasiado grande para pasarlo, entonces no creo llegar. Monólogos internos de una hormiga en la calle un jueves saliendo del trabajo.

Y después, están los adoquines que no son adoquines. Los que hacen que uno trastabille por el simple desnivel o la falta de atención en el camino. Y ese trastabillar, ese momento de incentidumbre es sino otro rito más en el andar cotidiano de la vida. Si fuera todo fáci, no habría adoquines. Sin esas canteras que fueron transformadas en adoquines, no habría remanentes llamados piedras, que quedan en el camino.

Entonces volviendo. Qué es sino la vida de una hormiga, que cruzando de un lado a otro se detiene a olfatear lo que el otro dijo que había y era mejor. O algo así. Y que somos sino algo que nada tiene que ver con hormigas. Mediante ese proceso lógico, los adoquines no son nada. Ni las piedras en el camino. O son parte de un todo, que no puedo comprender aún.

Ergo, el viaje.

Salir de la rutina, o del consejo y mirada ajena. Ser más grande que una hormiga. Y pisar de a más de un adoquin.

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