Cada vez que trato de juntar los pedazos sueltos de mi alma rota, se me escapan como arena entre los dedos.
Cada vez que intento volver a buscar todo lo que la tormenta me sacó de las manos, el viento del Este me arrastra de vuelta a involucionar y ser una serpiente.
Bicho de corazón y sangre fría, que no sabe de avanzar sobre sus piernas ni a ver por encima de su frente.
Y me duele. Me duele saber que es una actitud humana la que el viento representa. Me duele pensar que es el karma porque en el fondo sé que no merezco esto.
Y vuelvo a evolucionar pero esta vez en humano del siglo XX. No tengo amor. Solo tengo odio, tengo impotencia y ganas de gritarle a todos lo que me estas sacando de las manos.
Tengo ganas de esconderme entre todos los pedazos rotos, o de poder armar algo con ellos que se asemeje a un alma digna. Tengo ganas de dejar de ser quien junta las partes y de poder ser la arena que se escapa, para en el futuro ser cristal.
Maldito el elemento que nos hace volver a amar o maldito el amor que elementalmente, nos hace volver. O maldito sea el TOC de que cada vez que las lágrimas se niegan a parar, te encuentro escribiendo acá todos tus sueños y problemas.
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