Así, con la rapidez con la que el mundo se recompuso, los cimientos de la casa se vencieron y abajo vino el techo junto con todas esas hojas almacenadas en sus canaletas.
Las ventanas estallaron en millones de pedazos y cortando todo a su paso fueron a caer delante de mis pies.
El camino duele y va a dejar marca, pero será mejor eso a que el techo se derrumbe encima mío.
Vivir solo cuesta vida.
Vivir solo, cuesta vida.
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