Seguramente el lugar a donde van a parar no solo los
cigarrillos ya quemados, sino también las pequeñas
bizarrías que el fuego, la charla y el humo conllevan.
jueves, 21 de julio de 2011
El humo de la ciudad se mete adentro de un cientocincuentaydos
y Buenos Aires amanece resacosa y fría.
Por La Boca, alguien tira unas monedas al río
y las palomas comienzan sus arrullos de muerte.
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