sábado, 18 de diciembre de 2010

Medías los pasos para saber
cuanto podías caminar antes de que el tren avanzara
y no pudieras subirte,
mientras veias por la ventana de esa casa
a unos chicos jugando a algún juego
que en esa epoca parecía bueno.
Y mientras caminabas por el andén
pensabas en las nubes que cubrían el pueblacho.
Y era todo parte de un mosaico monstruoso,
techos caídos, vidrios rotos, personas pobres
y un cielo gris con la luna y las nubes de costado.

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