sábado, 10 de julio de 2010

Colón.-

Un teatro. Solo así se lo puede describir.
Un teatro vacío.
Porque nadie quiere ver esas funciones, porque nadie quiere sentir que no entienden.
Por eso, el teatro está vacío. Los únicos testigos y espectadores son aquellos mismos actores, guionistas, trabajadores de mantenimiento.
En aquel teatro, los presentes miran, ensayan y aplauden. Pero algo anda mal.

En el fondo, discuten dos guionistas. Revisan estrategias para revivir tal teatro.
Llegan a una sola conclusión. El cambio no reside en ellos, sino en la falta de un publico.
Esos actores, esos guionistas, están adelantados.

Adelantados a su propio tiempo.

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