miércoles, 20 de marzo de 2019

Equinoccios de la Serpiente


Hoy se cumplen once días desde que empezaron los sueños.

Primero, playas, tu silueta, tu voz en el fondo acusando y la gente apuntando con el dedo hacia mi. Mi garganta clavada en un abismo interminable de sollozos por no poder decir lo que siempre dije y el mundo abalanzandose sobre mi alma como hambrientos al pan caliente en invierno.

Segundo, mañanas en el campo, humedad y calor interminable, atmósfera en arcoiris y todas las personas que alguna vez me rodearon acusandote de no ser suficiente. Defenderte con uñas y dientes para desmayarme en el pasto y escuchar como te reias.

Después, el accidente. Rutas del pasado, vehículos nunca míos. Patinar en el agua del camino. Dar trompos. Llegar al pasto, el vehículo dado vuelta. Floki y Bock maullando mientras mis ojos se cierran para siempre.

Luego, playas, carnavales, agarrarte de la mano, que me sueltes y me grites. Tirarte al piso en un abrazo, tratando de hacerte entender que estoy para quedarme. Ver como entre tus labios se dibuja una sonrisa, y justo cuando pienso que es para mi, verte corriendo a los brazos de otros.

El siguiente solo fue un cuarto blanco, una mesa de madera vieja sin barnizar. Tu queja constante de que no hubiera tazas para el té. Te ofrezco mi plato, vacío, para que lo estrellas contra la pared y hagas un agujero que me absorbe.

Parpadeo, se hace de día. El río está más gris que la remera que te quedaste. Tus ojos tienen otro color, me decís. Me miro en el agua, están todos negros. Quiero hablar, solo salen bichos. Cuando escupo el último y te digo "hablemos, no te vayas" ya es de noche de vuelta. Estoy solo y hace frio. Te llevaste mi buzo.

Próximo acto. Casamiento. No es tuyo ni mío pero estamos uno al lado del otro. Te ves destrozada. Se casa el amor de tu vida y nunca lo admitiste. Vuela el ramo, la gente aplaude. Cae sobre mi cabeza y rompes en llanto.

París. Día de invierno, sol radiante. Los adoquines brillan tanto como el Sena. El café se entibia sobre la mesa y el chocolate se mantiene firme a su lado. Leo un libro de Bukowski o alguien que no supe entender. Me lo sacas de las manos. Lo rompes en pedazos y tiras mi taza.

Lloro eternamente en mi cama. Se abre la puerta y me preguntan si pueden pasar. Rompo las sábanas y salto por la ventana, olvidando que estaba en un piso 90. La caída es más larga que el llanto y me despierto.

Bock y Floki me encuentran en la vereda sentado esperando un bondi. Me dicen que no me vaya. Que hago falta como balance al mundo. Los abrazo. Se me rompe el alma. Me tiro enfrente del bondi.

Ellas, todas juntas, habitación elegante con paredes de madera. Yo en banco. Ellas en sillones. Oigo acusaciones. Se ponen de acuerdo. Bajan la palanca y se apaga el mundo entre colores vivos y sensaciones vagas.

Ya tengo miedo de soñar.
Tengo miedo de vivir.
Tengo ganas de que todo acabe
Para volver a empezar
O dormir en mi misma casa.

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