Vos sabés que él es un pibe raro.. El chabon no desayuna. Se alimenta de pensamientos sobre la jornada que lo espera. Llega la jornada y piensa en los lugares o la gente que quiere ver afuera del trabajo. Hace sus cosas, ojo, pero tiene ese nosequé o ese queseyó que lo ves flotando ahí en el aire. En esa densa masa tangible para los que gozan de algún poder imaginativo; el tipo va y viene entre pensamientos y escenarios. Entre posibilidades y situaciones. Entre debates internos y monólogos externalizados.
Es como si no estuviera vivo del todo. Casi parece un fantasma. Por las mañanas despeinado, mate en la mano y cigarrillo en la otra, contempla el cielo mientras cuenta minutos hasta las 07:24 para pasar la tarjeta por el lector y fumarse otro pucho más. Al mediodía sentado afuera, a la sombra, comiendo solo y disfrutando de ese breve momento de no interacción con sus colegas. Por la tarde, minutos antes de salir, revisando las agendas y preparando materiales. Ni una sonrisa. Ni un comentario que eleve la autoestima de una empresa enamorada del pánico y los errores.
¿Vos estás seguro de que es tan así?
Mirá.. Seguridad no hay en ningún lado. Mucho menos seguros.. Pero si puedo decirte que si lo hubieras visto hace unos años no sabrías quien es ese sujeto que corre atrás de una demanda ajena, que duerme poco por pensar en todo, que piensa poco en lo que el quiere y gasta todo en lo que otros necesitan. Antes lo hacía, eh, pero la mirada era otra.
Será el tiempo o será el camino pero algo está desvirtuando su forma de ser. Y si el supiera eso, quizás podría salvarse a tiempo.
¿SALVARSE? ¿De qué?
De sí mismo. O de eso que algunos llaman morir en vida.
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