viernes, 14 de septiembre de 2018

Vocales Invisibles

Entrando en esa pequeña cueva que se formaba entre el alero y las columnas de la estación se refugiaban aquellas ratas voladoras.

Supiendose ser símbolo de paz sus aleteos arios, hoy sólo son una plaga que sólo es comparable con la del ser humano. Ensuciando sus medios y llamando a distraídos mientras se mueven por la calle.

Es un martes de lluvia, intensamente seca para la época del año que estamos transitando. Son solo diecisiete pasos hasta el abismo que separa los absolutismos de volar con los de caer planos sobre nuestras propias barrigas.

Son veinticuatro cuadernos acumulando polvo en una estantería vieja. Los otros noventa y dos sirven como suplemento de la mesa, las sillas, como pisapapeles o posa vasos en ese gran living mohoso que llaman rutina.

Buenos días para usted. Reza el primer texto, lleno de huellas de paloma.

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