martes, 27 de noviembre de 2012

Y una vez más, nos encontramos al borde del precipicio. Después de tantos años y vueltas de la vida, te vi, me viste y nos dimos cuenta de que todo había cambiado, pero que seguíamos siendo iguales.
Nos quedamos quietos, mirando la nada misma y con los oídos perdidos entre los susurros de las olas metros abajo. Quisiste darme la mano, no se si en mensaje de amor o simplemente por miedo a sentirte sola. Hablaste de saltar, de volver a ver a esos que extrañás y que el tiempo vino a buscar para retirarlos de tus manos.
Yo, por otro lado, obvié en escuchar tus lamentos, perdido entre tus dedos y el ruido de la espuma, me dispuse a seguirte a donde fuera, siendo hacia adelante o hacia abajo.
Diste dos suspiros, uno al mirar al frente y otro al ver que mis labios no pronunciaban palabra alguna frente a tus gestos de rendición.
¿Como esperamos caer al vacío, si este ya es nuestro interior? A lo mejor, colmarnos de nuestra vaga esencia es todo lo que buscaste desde ese -tan- lejano principio.

Pero claro, tu mano aprieta lo justo y necesario para hacerme saber,
Que esa Esencia que necesitas,
No sos vos en el vacío,
Sino que es el recuerdo del sacrificio,
El premio de tu desamor.

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