Perdemos las pulseadas contra los vientos del pasado. Todas esas manos que antes aplaudían ahora se vuelcan a golpear mis oídos, aturdidos por besos y caricias violentas, provenientes de tus pequeños brazos (labios).
Que el viento sople y nos corra por la espalda da la sensación de que el pasado siempre vuelve, como a veces lo deseamos y como muchas otras no.
Tiembla la mesa y tus manos, siempre tan suaves, siguen empujando, mientras que tus ojos miran al cielo y los míos apuntan fijo al suelo, te escucho gemir por el color de las nubes. Mientras que mi garganta queda hueca al notar las grietas en el piso.
Seguramente el lugar a donde van a parar no solo los cigarrillos ya quemados, sino también las pequeñas bizarrías que el fuego, la charla y el humo conllevan.
domingo, 25 de noviembre de 2012
Peleas del Cuarto Oscuro
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