Ceder ante las tentaciones más mundanas,
es como volver a caer en placeres del pasado.
Por un lado está la cuesta-arriba,
por el otro están las ganas de volver a subir.
Así que subamos a los arboles,
gritemos con desesperación al pasado
y sus ojos color violeta,
mientras dejamos que el agua limpie nuestras inmundas mentes
y nos eleven hacia esa colina.
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