Lejanos Orientes se ponian en acuerdos de guerra
bajo la luz del atardecer del Martes.
El sol filtrandose por la ventana como un rio,
me hizo sentir enterrado en problemas
y bajo toneladas de tierra.
Bajando el cajon y escuchando las rosas
golpear contra el techo de mi recinto,
solo llegue a pensar en una frase
que me dijo un pariente que nunca conoci,
que por lo dicho, vivio hasta que le toco morir
en manos de una isla sureña y fria y ya-no-mas-nuestra.
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La mierda de paloma a veces puede ser dulce,
y con esa frase explico todo cuanto pudiera,
desde los Orientes y sus guerras,
hasta el peso de las rosas y el amor en un funeral.
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