martes, 7 de septiembre de 2010

Subo a mi apartamento,
ese con un gran reloj en su ventana.-
Desde ahí veo todo lo que me rodea,
una vista de 361º en una sola dirección.

Miro como los peregrinos avanzan, tejiendo bufandas y rompiendo tambores.
Coreando que el freno se pisa cuando amanezca.
La gran, gran, gran desventaja sufrida,
es que la tarde recien comienza, y cierro las persianas,
pongo el despertador, y salgo a buscar huellas
en un desierto de edificios.

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