martes, 17 de agosto de 2010

Chillido de un despertador y caramelos mediahora
en una bolsa en el cajón.
Un rosario roto y zapatos viejos.
Todo bañado en el tono dorado del amanecer del barrio
de Recoleta.
Anochece en el barrio, al compás de un disco de vinilo,
puesto, pero dado vuelta.

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