Eventualmente, las torres que soportaban el río se vencieron bajo el peso de la lluvia.
Los árboles se refugiaron bajo sus propias hojas, esperando a que el vacío en la tierra se los tragara.
Los animales, optaron por huir, hacia las montañas de papeles rotos y piedras lisas.
Los hombres, corrieron a encender las raDios de las fabricas en esperanza de que nadie se olvidara de lo que pasaba.
Las mujeres tejieron sus hilos en conjunto, crearon un manto celeste para tapar las nubes.
Los niños jugaban en los charcos, que rápidamente se hicieron lago y después Mares.
Yo, escribo sentado en un café, viendo como las olas vienen y se van, arrastrando barquitos de papel y hojas de árboles caídos.
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